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la dea y el enigma de la morsa
Por primera vez un agente informante de la DEA ha sido condenado en la justicia argentina por participar en una operación narco, violando así la soberanía nacional. Para colmo fue acusado por el diario Clarín de ser “La Morsa”, versión que el mismísimo Presidente amplificó desde su cuenta de Twitter. El espía Julio César Pose prende el ventilador y explica cómo opera la Agencia antinarcóticos norteamericana en nuestro país.
10 de Febrero de 2021

 

Dice la psicología que los espías que trabajan como infiltrados en delitos complejos como el narcotráfico o la trata de personas, con el tiempo terminan necesitando casi diariamente la adrenalina que viven en situaciones de alta tensión. Imploran la ruleta rusa en que se convirtió su vida. Cuando eso desaparece y, lentamente (o no) dejan de estar operativos, una de las primeras reacciones es enviar mensajes cifrados haciendo uso de la información que tienen. Se convierten en extorsionadores, casi sin darse cuenta. Quienes conocen el paño saben que es un signo indubitable de pérdida de poder. Un ejemplo de ello fue cuando Jaime Stiuso llamó a Intratables para amenazar al aire al juez Luis Moreno Ocampo, ex fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya. La careta del gran espía argentino caía por el lado más débil y ridículo.

La circunstancia en la que se encuentra Julio César Pose es diferente. Su estrategia a lo largo de los años fue dosificar las apariciones, fundamentalmente cuando se daba cuenta de que el negocio de ser espía inorgánico de la SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado) y la DEA (Drug Enforcement Administration) era una manta corta. Entonces, Pose llamaba a los periodistas que escribían sobre él y les daba su versión: “necesitaba aflojar a los medios”, dice.

Con el secreto como principal capital, todo espía sabe que hablar públicamente implica una derrota. Sin embargo, a veces vale la pena si la decisión de hacerlo significa que los mensajes que lanza llegan a destino. En ese sentido, uno de los mayores desafíos de este reportaje consiste en ver qué sucede si se empieza a tirar de la cuerda ante cada dato, definición o advertencia que emerge de sus expresiones.

Hay dos destinatarios obvios: aquellos que lo acusan de ser “La Morsa”; y la cúpula actual de la DEA en Argentina, con Rodolfo Cesario y el expolicía bonaerense Guillermo González como cabezas, quienes le habrían soltado la mano durante el último lustro. No obstante,  en el medio aparecen su enfrentamiento con Jaime Stiuso, la impunidad de la agencia antinarcóticos de los Estados Unidos a la hora de operar en el país por fuera de lo que establecen los acuerdos bilaterales, la “mafia de los medicamentos”, la relación vidriosa con jueces y fiscales, la dependencia de las fuerzas de seguridad del aporte externo, entre otros temas.

Una advertencia para los lectores: cuando habla un espía todo porta una o varias motivaciones detrás, y nada puede ser tomado como una verdad revelada. Algo es seguro: cuando habla un espía, sonríen los amantes de las historias conspirativas.

Con el secreto como principal capital, todo espía sabe que hablar públicamente implica una derrota. Sin embargo, a veces vale la pena si la decisión de hacerlo significa que los mensajes que lanza llegan a destino. Hay dos destinatarios obvios: aquellos que lo acusan de ser “La Morsa”; y la cúpula actual de la DEA en Argentina, con Rodolfo Cesario y el expolicía bonaerense Guillermo González como cabezas.

 

el agente internacional

Para Julio César Pose la taba se dio vuelta abruptamente el 13 de septiembre de 2020, cuando el presidente Alberto Fernández, basándose en una nota del diario Clarín, publicó un tuit que decía:

En Argentina parte de la justicia, de la política y de los medios acordaron difamar y perseguir opositores. Cuando sus mentiras caen los mismos que hacían eso se corrigen como al pasar. Resulta que @FernandezAnibal no era “la Morsa”. En fin...

El artículo firmado por la periodista especializada Virginia Messi asegura: “numerosas fuentes sostienen que Pose es La Morsa, apodo que se le atribuyó a Aníbal Fernández para incriminarlo en el tráfico de efedrina”.

Tras varios meses de conversaciones en off, El Gitano, El Enano, también conocido con el nombre de guerra Jorge Posadas en la SIDE, puso dos condiciones para acceder a ser entrevistado. Uno: que su abogado Martín Bagalá estuviera presente. Dos: que no hubiera fotos. “Ya alcanza con las del juicio que andan dando vueltas por ahí. Una foto mía puede despertar viejos fantasmas en muchos. En lo personal no me preocupa, pero sí me trae preocupaciones familiares”.

Pose no es cualquier espía. Inorgánico de la SIDE noventosa, llegó a ser el principal informante de la DEA en Argentina, y juega desde hace treinta años en el fleje entre el delito y la operación secreta individual, siempre con un solo objetivo: incrementar la rentabilidad de la información que vende.

¿Cuál es su trabajo?

Julio Pose (JP): Freelance. Aproveché las oportunidades que había. Ninguna fuerza de seguridad tiene la bola mágica. Si no hay tipos como yo, su trabajo es imposible. Yo vivo de la información.

¿Cómo se tasa la información?

JP: Hay premios nacionales e internacionales.

¿Los internacionales quedan registrados en el país?

JP: No, nada es en blanco. Sí lo es para el país que los paga y los deja registrados. Ahora, acá ya sería en negro. 

Diferentes fuentes señalaron que Pose ingresó, en plena Dictadura, a la Prefectura Naval gracias a ciertos contactos familiares. Pero fue su amistad con Jorge “el Fino” Palacios lo que le permitió contactarse con la agencia norteamericana antidrogas. Eran tiempos en que la DEA había forjado una férrea relación con la Policía Federal y la Gendarmería, sobre la base de recursos y equipamiento. Lo había rubricado el alfonsinismo en 1987 y lo potenciaría luego el menemismo, con creces.

JP: Fue en 1990 que empecé a trabajar con la DEA. Era amigo del Fino Palacios. Un día, cuando él era subcomisario de la Federal, le digo “tengo una información”. Me lo agradece y me lleva a ver a los norteamericanos.

A partir de ese momento, Pose realizó más de 600 trabajos para la DEA, la mayoría fuera del país. Tras el atentado contra la AMIA, Alejandro Brousson, ex integrante del Batallón 601 de Inteligencia durante la Dictadura, lo convocó para laburar como infiltrado de la SIDE en la Triple Frontera. Lo único que le pidió fue exclusividad. La relación duró seis años, ya que en el dos mil decidió volver a la DEA. La hipótesis de trabajo, con un marcado impulso de “la Embajada”, era que las células terroristas árabes también se dedicaban al tráfico de estupefacientes. Por aquel entonces al interior de la SIDE había una grieta tan estratégica como violenta: Pose adscribía a la línea de Brousson y Patricio Pfinenn, conocida como Sala Patria. En la otra vereda estaba Jaime Stiuso.

¿Trabajaba como infiltrado?

JP: Siempre. Nadie puede desbaratar una banda sin un trabajo de campo. Había límites, nunca me metí en el tráfico de personas. Empecé con el caso AMIA como infiltrado. Me mandó Alejandro Brousson.          

¿Cuál fue el que más le valoraron?

JP: Los de la Triple Frontera. Todo lo que se escribe sobre narcoterrorismo en ese momento fueron informes míos. Los terroristas para tener caja traficaban. Yo fui el tipo que agarró a Farouk Omari (señalado como coordinador de Hezbollah en la región).

Pose no es cualquier espía. Inorgánico de la SIDE noventosa, llegó a ser el principal informante de la DEA en Argentina, y juega desde hace treinta años en el fleje entre el delito y la operación secreta individual, siempre con un solo objetivo: incrementar la rentabilidad de la información que vende.

 

la cama de stiuso

Calvo, retacón y casi septuagenario, sus pupilas se recargan cuando vomita enojo. Justo en ese momento es cuando los tatuajes que recubren ambos brazos quedan a la vista. Pose pierde el control y eso se nota en el timbre de su voz que se torna más aguda. Pero casi al instante, sin pausa alguna, recupera la compostura. Son los espasmos que experimentan quienes, después de muchos años en la opacidad, fueron empujados al lado diurno del debate público.

En el mundo de la inteligencia argentina, Pose se define con dos afirmaciones contrapuestas.  “Yo soy enemigo de Stiuso”, dice. Y a la par sostiene: “Soy un hombre de Brousson y Pfinnen”. Es decir de Sala Patria, el grupo en el que se amucharon varios acusados en juicios de lesa humanidad, que logró conducir la Dirección de Antiterrorismo de la SIDE, y que tuvo su momento de gloria cuando quedaron al frente de la investigación de la voladura de la AMIA. Su poder implosionó el día que se supo que habían armado y pagado el testimonio de Carlos Telleldín, pieza clave del encubrimiento sobre los verdaderos autores del atentado. Quien se encargó de lapidarlos fue precisamente Stiuso, que a partir de ese momento pasaría a ser el líder indiscutido del espionaje vernáculo.

La inquina de Pose se actualizó cuando supo que Jaime lo había nombrado en la causa que se tramita en Dolores, y que tiene como principal protagonista al espía Marcelo D’alessio. Según el informante de la DEA, lo mismo hizo el fiscal Juan Ignacio Bidone. Ambos son representados por Santiago Blanco Bermúdez.

¿Qué lo diferencia de Stiuso?

JP: En la SIDE nosotros éramos laburantes a los que nos costaba llegar a fin de mes, y no nos alcanzaban los viáticos para estar en la Triple Frontera. Stiuso hizo de la SIDE una pyme y se volvió millonario.

¿No hay algo de mito en el tamaño y la densidad del poder que se le atribuye a Stiuso?

JP: Si vos tenés todas las carpetas, y mandás a los agentes a caminar a fulano, luego el agente te trae las cosas sucias de un juez, ya pasás a tener poder.

¿Se cortó cuando lo eyectaron de la AFI?

 JP: ¿Se cortó? Hoy Stiuso no pertenece a la SIDE, pero fijate con quién trabaja y cómo sigue operando.

¿Para quién trabaja?

JP: A eso no te lo voy a decir porque me va a traer problemas, pero todo el mundo dice que Stiuso sigue operando en ciertos niveles políticos.

A fines de 2020, Pose se convirtió en el primer informante de la DEA condenado en Argentina, cuando el Tribunal Oral Federal N° 1 de la Ciudad de Buenos Aires lo penó con cuatro años de prisión por el delito de instigar y participar del transporte de 44 kilos de cocaína, que fueron interceptados el 31 de diciembre de 2003 en Avenida Figueroa Alcorta y Austria, muy cerca de la escultura Floralis Genérica. Además de él, en la operación también intervino como informante el excarapintada Ramón Ceferino Mendoza. Los traficantes eran el exmilitar Carlos Cogno y dos hermanos de apellido Ríos. La droga viajó en un Ford Escort desde Salta hasta Buenos Aires, donde esperaba Pose actuando como comprador. Un elemento de  la escena llamó la atención de todos los que conocieron el expediente. Mientras los narcos eran detenidos por Gendarmería, Pose se subía al auto en el que circulaban dos agentes de la DEA: René Tenembaum y Arthur Staples.

Pero para comprender la secuencia entera hay que remontarse a principios de 2003, cuando Juan Carlos Legascue, ex juez federal y luego agente inorgánico de la SIDE, llamó a Pose para ofrecerle un trabajo. Ambos se reunieron en Paraná y Legascue le presentó a Ceferino Mendoza.

JP: Era mi primer trabajo en Argentina para la DEA. Yo les servía en el exterior, era útil afuera, me querían porque rendía. Estuve en Bolivia, Colombia, Panamá, Europa. Viajé por el mundo haciendo laburos con ellos. Cuando me llamó Legascue no me di cuenta de algo: ¿por qué me llama a mí si tanto Mendoza como yo cobrábamos del mismo bolsillo?

¿Cuál era ese bolsillo?

JP: El de una parte de la SIDE, que ya no era Sala Patria. El que pagaba era Vito Occhionero. ¿Por qué (Legascue) no llamó a Vito Occhionero para decirle que hay un trabajo, y que Vito decida a quién manda?

¿Por qué no lo hizo?

JP: Traición. Fue una cama para mí y para el núcleo duro (de Sala Patria).

Jorge Vito Occhionero, amigo del Fino Palacios, fue jefe de Contraterrorismo y Contraproliferación de Gendarmería e integrante de la SIDE. Dicen que él grabó el video en el que se ve al entonces juez Juan José Galeano negociando con Telleldín una suma de 400 mil dólares, a cambio de la declaración con que el magistrado pretendía cerrar la causa.

 

confiscar la soberanía

Volviendo al caso Cogno, ¿qué pasó después de su viaje a Paraná?

JP: Me dan las coordenadas y la información. Resultó que teníamos un trabajo para la DEA, a la cual le interesaba Salta. La DEA bancaba al Escuadrón (Núcleo) 51 de Salta. Entonces, digo (hace el gesto de llamar por teléfono): “Tkai (Thomas KetihSolís, subjefe de la DEA Argentina), tenemos un trabajo en Salta”. Me estaban ofreciendo 200 kilos de cocaína. Por eso cuando se habla de premios se calcula sobre 200 kilos de cocaína, no sobre lo que finalmente se secuestró. A lo último aparecieron con 44 kilos y entonces vamos a agarrarlos con lo que haya. Después de hablar con la DEA, llamo a Gutiérrez (comandante de Gendarmería) y nos reunimos todos en Salta. Fueron Solis, Arthur Staples, René (Tenembaum) y Tony Greco, el jefe de Estación.

Hay una versión que indica que el destino de esos paquetes de droga era el Congreso.

JP: No, yo era el hipotético comprador y no tengo por qué decir dónde la voy a vender. Eso queda para los aficionados. Fue un invento de Cogno para enchastrar la causa. Ahí la DEA y Gendarmería dan el ok. Mi trabajo empieza en Tartagal. Supuestamente, Gendarmería ya había avisado al juez Abel Cornejo, de Salta.

Para Pose, los movimientos discrecionales de la DEA en Argentina son un procedimiento de rutina. Por eso pasó el informe, que fue corroborado por la Agencia y avanzaron. La DEA decidió entonces involucrar a René Tenembaum, en ese momento el argentino dentro de la oficina local, que había tenido su rato de fama cuando formó parte del ciclo de lucha libre Titanes en el Ring. Como se verá, el papel de la DEA en el caso es central y expone cuán lejos se encuentra de respetar los tratados bilaterales entre Argentina y Estados Unidos, por medio de los cuales su tarea debe acotarse a la cooperación e intercambio de información. Ejemplo: cada vez que Pose se comunicaba con los traficantes, las conversaciones eran grabadas por la agencia norteamericana. Y un dato clave: las llamadas se hacían desde la base de la DEA en Buenos Aires o en Salta, no desde Gendarmería.

JP: Esos casetes iban directamente a los juzgados y a Gendarmería. ¿Qué pasó con esos casetes? Es algo que no sé.

Según el fiscal Marcelo Colombo, usted quiso que lo considerasen agente encubierto, pero en su alegato dijo que “su presencia y su trabajo para comprarle la droga a los narcos en Salta fue algo que hizo solo en coordinación con la DEA y Gendarmería sin dejarlo asentado en registro judicial”.

Abogado Martín Bagalá (MB): Esa es la base de la acusación. En realidad él (Colombo) está  preocupado por la soberanía nacional. Y dice que la DEA no puede actuar en el país. En contraposición, tenemos que la DEA es una fuente de ingresos muy importante para las fuerzas de seguridad de Argentina, en los pasos fronterizos ponen plata, tienen una caja chica que usa la Gendarmería para equipamiento. La función de Pose es avisar a la DEA, la Agencia se lo comunica a Gendarmería, y Gendarmería es la encargada de comunicarlo a la Justicia. Si no lo hicieron, no es un problema de Pose. Por otro lado, el juez de Salta estaba a cargo y así lo declaró en la causa el jefe de Gendarmería.

¿Cuál es el significado de que a Pose lo hayan sentenciado a partir de un trabajo para la agencia?

MB: Es un tiro por elevación a la DEA, porque ellos tienen inmunidad. Por eso no declararon en la causa. El único que lo hizo fue Tenembaum, que actuó como civil. Los agentes no declararon.

JP: Sí, lo hicieron a través de Cancillería. Allí reconocieron que yo era informante de la DEA, y validaron el procedimiento.

El 8 de octubre de 2020, 17 años después de aquella operación armada por la DEA, Pose fue condenado como partícipe necesario en el transporte de estupefacientes. Fue por mayoría: los jueces Ricardo Basílico y José Michilini votaron a favor, en tanto que Adrian Grünberg lo hizo en contra. El espía siente que se cortó el hilo por lo más delgado.

MB: Si son todos culpables meté a todos preso, no sólo a Pose. Con la DEA no lo hicieron por la inmunidad que tienen. Y a Gendarmería nunca la llamaron ni fueron imputados para nada.

JP: Viajemos en el tiempo y hablemos del caso de Carlos Sauvignon Belgrano. ¿Porqué, con la misma ley que existía para mí, no lo condenaron? En ese entonces los jueces respetaban más la investidura de la DEA, porque estaban en la lucha contra el narcotráfico. La Agencia visitaba a los jueces ante tal causa, y después el juez era beneficiado con un curso y un viaje a Estados Unidos para recorrer las instalaciones de la DEA.   

En 1990, Carlos Savignon Belgrano, el primer informante célebre de la DEA en Argentina, estuvo preso durante cuatro meses tras su participación en el caso Langostinos (1988). Cuando le tocó declarar ante el juez, Savignon Belgrano recibió el apoyo del jefe local de la Agencia, Ernest Batista, quien sin estar obligado se presentó en la audiencia.

Ahora a la espera del fallo de la Cámara de Casación, Bagalá pretende que Pose sea considerado un colaborador en la causa.

Como se verá, el papel de la DEA en el caso es central y expone cuán lejos se encuentra de respetar los tratados bilaterales entre Argentina y Estados Unidos, por medio de los cuales su tarea debe acotarse a la cooperación e intercambio de información. Ejemplo: cada vez que Pose se comunicaba con los traficantes, las conversaciones eran grabadas por la agencia norteamericana.

 

quiero retruco

Cuando Alberto Fernández tuiteó la nota de Clarín que señala (según fuentes que no son reveladas por la periodista) que Pose sería La Morsa, perdió de vista algo quizás más relevante: la causa mostraba la impunidad con la que se maneja la DEA en Argentina sin importar el gobierno de turno. Y el vínculo que, a lo largo de décadas, la agencia norteamericana construyó con las fuerzas de seguridad federales y provinciales. Es un dato que los respectivos mandatarios y funcionarios suelen perder de vista.

Todo se dirige al famoso enigma que tanto intriga al sistema político. Durante la investigación del triple asesinato de Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón, ocurrido el 7 de agosto de 2008, apareció la enigmática figura de un personaje identificado por su apodo: La Morsa. Pero en el juicio ninguno de los testigos o imputados le puso nombre y apellido. Solo un allegado a Forza indicó que se trataba de un comisario mayor de la Policía Federal, que le cobraba coimas para no clausurarle la droguería. Fue recién en 2015, en las vísperas de las elecciones, cuando Martín Lanatta contó ante Jorge Lanata algo que no había declarado en el juicio: que Aníbal Fernández, en ese momento era candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, había dicho en una reunión que Sebastián Forza debía entregarle 250 mil dólares para sentarse a discutir cómo resolver sus problemas con la Policía Federal, a raíz del tráfico de efedrina.

La operación mediática identificando al candidato Fernández con La Morsa tuvo un efecto innegable en la derrota del kirchnerismo y el triunfo de Mauricio Macri. Por eso, ni bien se publicó en septiembre de 2020 la nota de Clarín insinuando que en realidad La Morsa sería Pose, el peronismo salió en bloque a apuntalar esa versión.

¿Usted es La Morsa?

JP: No. La primera que habló de La Morsa fue Solange Bellone, la esposa de Sebastián Forza. Yo tenía una relación de cotidianeidad con ambos, que me llamaban, por la forma de manejar mi auto, el chofer de Miss Daisy. Entonces, claramente si Forza le contó algo a la mujer fue en base a otra persona.

Y entonces, ¿quién es La Morsa?

JP: En la causa de “la mafia de los medicamentos” todos chapeaban con Aníbal Fernández. Puede haber pasado que chapearan con él porque es famoso, y él ni se enterase. Lo dicen los hermanos (Martín y Cristian) Lanatta, (Ibar) Pérez Corradi y (José Luis) Salerno. Los menciono porque no tengo relación con ninguno de ellos. Siempre dije que no sabía, así que no puedo achacarle algo a alguien que no sé si es. 

¿Lo convence la versión de que La Morsa es Aníbal Fernández?

JP: A mí me convence la versión de que los Lanatta tenían relación con gente de Aníbal Fernández, y a través de eso hacían 32 millones de chanchullos. El señor Aníbal Fernández se metió conmigo y él va a tener que soportar lo mismo que soporté yo. La injuria de querer achacar (un delito) a alguien para beneficio propio.

¿Qué significa que va a tener que soportar lo mismo?

JP: Voy a pedirle a la Justicia que me investigue para que se dilucide si soy La Morsa. Tengo pruebas y testimonios de que hay otro fulano que es La Morsa, y que es del entorno de Aníbal Fernández. Es gente de Quilmes la que va a testimoniar que a ese señor le dicen La Morsa. Acabo de judicializarlo.

Pose afirma haber realizado una presentación en base a su propia pesquisa sobre quién sería La Morsa ante el juzgado de María Romilda Servini. Dice que aportó datos sobre una persona de apellido Fernández, que habría formado parte del entorno del actual interventor de Yacimientos Carboníferos de Río Turbio.

Tengo pruebas y testimonios de que hay otro fulano que es La Morsa, y que es del entorno de Aníbal Fernández. Es gente de Quilmes la que va a testimoniar que a ese señor le dicen La Morsa. Acabo de judicializarlo”.

 

la balada de Pérez Corradi

¿Cuál  fue su participación en la causa de la Mafia de los Medicamentos?

JP: Había un laboratorio (Abbott) que estaba siendo muy perjudicado con respecto al robo de los medicamentos. Los muchachos que robaban eran contratados por el equipo de Forza, Magallanes, y toda esa gente. Después lo vendían en el mercado. Ese laboratorio llega a mí en 2006 a través de la DEA, que no se podía involucrar. Yo ya estaba afuera de la SIDE. Lo voy a ver al Fino (Palacios) y le cuento lo que pasaba. Palacios me dice que vaya a ver a (los ex fiscales del caso AMIA) Müllen y Barbaccia, que eran representantes legales de los laboratorios. Primero lo voy a ver a Néstor Lorenzo, un amigo de muchos años. Le cuento a Néstor y me dice que anote los nombres, entre otros los de Forza y Magallanes. Digo, ¡bingo! Empecé a ganar plata, porque cuando vos llevás la información te aflojan el dinero. De eso se trata.

Pose explica que llamó a Forza de parte de Néstor Lorenzo, titular de droguería San Javier, acusado de organizar junto con Héctor Capaccioli diversas irregularidades durante la campaña de 2007 del Frente Para la Victoria, y preso durante dos años por la causa que investiga “la mafia de los medicamentos”. Se reunieron en el hotel El Libertador, adonde también asistió Martín Magallanes, socio de Forza. Luego de explicarles cuál era el encargue del laboratorio, Pose terminó siendo contratado por Forza para mediar en sus problemas con Ibar Pérez Corradi, a quien le debía dinero.

JP: Me junté con Pérez Corradi, que lo quería matar por una deuda. Pérez Corradi era el financista de los laboratorios. Forza cobraba los cheques de las obras sociales. Después los falsificaba, se quedaba con los buenos y le daba los malos a las cuevas. El problema es que se había comido plata de Pérez Corradi. Entonces, Forza comenzó a conseguirle efedrina a Pérez Corradi. Hasta que se pelean y Pérez Corradi empieza a traerla directamente de China. Tres veces me reuní con Pérez Corradi. Una vez solos, otra que lo enfrenté con Forza, y en la tercera le presenté a Néstor Lorenzo.

¿Qué papel juega la DEA en eso?

JP: El actual jefe de Estación (Rudy Cesario) estaba detrás de los pasos de Pérez Corradi.  Como yo era una figurita repetida pero trabajaba para otro agente cada agente tiene hasta cinco informantes, me preguntó si conocía a Pérez Corradi; cuando le respondo que sí, trae una serie de fotos y le señalo cuál era. Ahí le di todos los datos que tenía sobre Corradi.

¿Por qué no habían dado con él?

JP: ¿De quién es medio familiar Pérez Corradi? De Juan José Ribelli (expolicía bonaerense detenido en la causa AMIA). Entonces, cuando le daban el alerta a la policía de la Provincia de que buscaban a Pérez Corradi, la Bonaerense le avisaba e inmediatamente desaparecía. Viene un cuatro de copas como yo y lo encuentran en 22 segundos. Fue lo peor que pude hacer en mi vida.

¿Forza llegó a ser informante de la DEA?

JP: No, mentira.

¿Y Pérez Corradi?

JP: Sí, esa (relación) existió, porque a la DEA le convenían los contactos que tenía Pérez Corradi. Trabajó para ellos en Paraguay. De ahí viene la guerra que tengo yo actualmente. Porque Rudy (Cesario), el agente que lo siguió y encontró a través mío, hizo un trato con él en Paraguay. Entonces yo pasé a ser mala palabra.

¿Sabés qué quieren los americanos de Argentina? Información. Lo que buscan son las ramificaciones de las personas que se detienen en Colombia, Europa y Estados Unidos. Lo que no entienden los argentinos es que la DEA no va por la incautación de droga, va por la plata. La DEA necesita la plata de los traficantes porque se financia de eso.

 

el segundo piso de la embajada

Por la causa en que fue condenado, Pose estuvo detenido seis días. Tony Greco, en ese momento jefe de la DEA local, entregó al juzgado de Claudio Bonadio un certificado donde consta que Pose era informante de la Agencia.

JP: La DEA siempre estuvo presente en este caso, excepto en los últimos dos años (2018-2020), porque el jefe de estación (Rudy Cesario) es mi enemigo.

En 2006 concurrieron a visitarlo en el penal los agentes Solís y Staples. Y su abogado defensor en ese entonces, Luis Imas, quien a la postre se convirtió, impulsado por la Agencia norteamericana, en juez del Tribunal Oral Penal Económico, fuero mimado de la DEA.

JP: La DEA me pone a mí a Luis Imas, no es que yo pongo un abogado. Lo pone la DEA y lo garpa la DEA.

¿Cuándo se corta ese apoyo legal?

JP: Nunca.

¿Incluso con Rodolfo Cesario como jefe de Estación?

JP: No, con él no. Por eso el malestar que tienen un grupo de agentes de Estados Unidos que están enojados con Rudy (Cesario). Desde el tema del Triple Crimen yo me llevo muy mal con Guillermo González.

¿Por qué?

JP: Porque es un oportunista. Lo digo porque se lo dije a él. Si se va de la DEA, no lo quiere nadie.

Sobre González se dicen muchas cosas. Que es un monotributista que trabaja para la Embajada. Que crece porque no tienen a otro. Que su principal virtud es, por haber sido policía bonaerense, que los juna a todos. Que es un “che, pibe” de los agentes de la DEA. Salvo funcionarios nacionales y provinciales, jueces, fiscales, policías y espías orgánicos e inorgánicos, nadie conoce a González, sin embargo su nombre aparece por todos lados. Cada vez que en ámbitos cerrados, y no tanto, se habla sobre el accionar de la DEA en territorio argentino, alguien lo nombra. Está en expedientes judiciales, en el runrún sobre porqué se elige a determinado jefe de la policía, en el radar de los informantes, en las cenas de despedida de los norteamericanos que condujeron la oficina local.

Sin embargo, González lleva casi veinte años trabajando para la DEA en Argentina.

JP: ¿Con quiénes lleva veinte años? Con diferentes agentes, no con uno solo. Lo necesitan. René (Tenembaum) duró treinta años y por injerencia de él lo echaron. Hay mucha interna.

¿Qué diferencia hay en la DEA de Argentina entre el momento en que la pata local era Tenembaum y la etapa en que pasó a serlo González?

JP: Tenembaum era un tipo como yo, que tuvo la suerte de tener un amigo que lo avalara. René estuvo detenido en Chile por un caso similar al mío y la DEA lo recompensó. Hasta que vino Guillermo González, un policía con contactos de la provincia de Buenos Aires. ¿Qué hizo Guillermo González para ganarse eso? Vendió la investigación de Strawberry, que fue un invento mío del cual él se benefició. Mirá cómo son las cosas: yo no gané una moneda por Strawberry, porque no me interesaba ya que aún estaba en la SIDE.

Para penetrar en el Poder Judicial argentino la DEA se nutre de la trama diversa creada por la Embajada, a lo que suma su vínculo con las fuerzas de seguridad. La DEA inyecta dinero y no solo dinero que retornan en fidelidad e información. Una relación que se mantiene sin importar la coyuntura política.

Cuando está por informar un caso, ¿la DEA elije el juez?

JP: No, la DEA elige a qué fuerza de seguridad se la lleva, y ésta elige a qué juez. Puede ocurrir que después sea llevado a un agente de la DEA para explicar ante el juez cómo es la cosa.

¿Qué efectos va a tener para la Argentina su condena, siendo que ha sido reconocido oficialmente por la DEA como informante?

JP: Ahí entra la falsedad, porque si vos estás en contra de la DEA no aceptés equipamiento, plata, cursos, viajes, etcétera. Lo que quiero  decir es que cuando les conviene es la gran hermana, cuando no les conviene son los peores. Con Patricia (Bullrich) esto no iba a pasar, trabajaba codo a codo con los americanos.

¿Quiere decir que en Bullrich encontraron alguien afín?

JP: Sí. A los americanos les aportó mucho. ¿Sabés qué quieren los americanos de Argentina? Información. No les interesa cuánta droga se incauta. Lo que buscan son las ramificaciones de las personas que se detienen en Colombia, Europa y Estados Unidos. Lo que no entienden los argentinos es que la DEA no va por la incautación de droga, va por la plata. La DEA necesita la plata de los traficantes porque se financia de eso.

Después de dos horas de entrevista la memoria de Pose muestra rastros de fatiga. Se enoja más fácil y lanza acusaciones de todo tipo, de las que se arrepiente a los segundos. En un momento deja caer una expresión de deseo, como al pasar. Es una carta que quizás alivie su situación judicial. La victoria de Joe Biden conducirá aun cambio de nombres en el segundo piso de la Embajada, donde está la oficina de la DEA. Ante ese escenario, lanza una advertencia:

JP: Con el nuevo embajador las cosas van a cambiar mucho, lo que no significa que yo vuelva.

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