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el arte de caer siempre parado
Pasó de encubrir el espionaje ilegal del macrismo, a mostrarse como el paladín contra los excesos de la AFI cambiemita. Posee un requisito indispensable para mantenerse a flote en el maremágnum de la justicia federal: estar dispuesto a todo. Luego de un fugaz estrellato, ahora espera en el mayor de los sigilos la confirmación por parte del Senado de su puesto en Lomas de Zamora. ¿Quién es el juez federal Federico Villena?
Ilustraciones: Nicolás Daniluk
06 de Octubre de 2020

 

–Tengo muchas ganas de empezar a limpiar Moreno del narcotráfico.

Periodista: Es una promesa fuerte y necesaria para la comunidad.

–No, no es una promesa, es un hecho. Cuando yo tenga la competencia penal, no tengan dudas de que vamos a limpiar Moreno del narcotráfico. Es a lo que me dedico hace veinte años y es lo que sé hacer.

La  afirmación no pertenece a un candidato en campaña sino al juez Federico Hernán Villena. La pronunció el 15 de septiembre de 2018 cuando se realizó el acto de inauguración del juzgado federal de Moreno. Faltaba un año y medio para que su nombre estuviera en el centro de todas las miradas, gracias a la causa contra el espionaje macrista en la que fue villano y héroe a la vez.

Para quienes lo conocen, el juez Villena juega a la mancha con los aviones. Y todos destacan su capacidad de acomodarse. “Siempre cae bien parado”, dicen en los pasillos de Tribunales. Un arte que no es para cualquiera. La clave: primero le brindó cobertura legal a la generación runfla de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) en su afán por perseguir al kirchnerismo opositor; luego se vistió de implacable perseguidor de ese mismo delito y recibió la visita emocionada de su propia víctima.

Pero en apenas cuatro meses se levantó el velo y quedó a la vista su vidriosa actuación. Hoy, como si nada hubiera pasado, y mientras todos hablan de los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli como paladines de la república, Villena espera en el más estricto sigilo la confirmación por parte del Senado de su polémico pase al juzgado federal de Lomas de Zamora. De concretarse la aprobación, será un pago a los servicios prestados.

 

en el nombre del padre

Después de su primer día como pinche en el Tribunal Oral en lo Criminal 9, Federico Villena llamó algo afligido al ex juez Luis Cabral, su mentor. Corría el otoño de 1998 y en el juzgado le habían reclamado que se cortase el pelo. Villena cumplió de inmediato. Cuando Cabral escuchó el relato, le dijo algo que recuerda hasta el día de hoy: “la próxima vez que tomes una decisión de esas características primero reflexioná”.

Cabral, ex integrante de la Cámara de Casación penal, conoció a Villena padre en 1964 cuando ambos cursaban Derecho en la Universidad Católica Argentina. Luego compartieron estudio de abogados. El 12 de mayo de 1994, Hernán Villena falleció de un infarto a los 44 años, un día antes de que el Senado tratara su pliego para el juzgado federal de Campana. Previo a hablar de Villena hijo, Cabral admite que no puede ser objetivo porque lo conoce desde que nació; pero más allá de sus virtudes como magistrado destaca su vínculo estrecho con la comunidad y sus problemáticas.

Cabral y Villena conversan seguido. El mentor, que también fue presidente del Consejo de la Magistratura, aprovecha esos momentos para aconsejarlo -entre otros ítems- sobre cómo manejarse frente a los medios de comunicación. Quizá ese sea uno de los motivos por los cuales se niega a hablar, especula Cabral, ya que mientras su pliego se debate en el Senado hacerlo implicaría mostrarse “en campaña”. ¿Qué piensa Luis Cabral sobre el debate en torno de los traslados? “No hay una sola posición al respecto y creo que es algo que debe ser tratado con mucho cuidado porque viene desde hace tiempo”.

Villena también se formó en la UCA. Mantiene una activa relación con la comunidad católica, al punto que intercedió para que tres autos que habían sido secuestrados en el marco de una causa fuesen asignados a la obra del padre Pepe Di Paola.  En su currículum emergen las raíces. Hijo de la familia judicial, se curtió en el Tribunal Oral Federal Nº2 bajo el ala de Jorge Tassara. En 2014 pidió licencia para incorporarse a la Subsecretaría de Relaciones con el Poder Judicial y Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Seguridad de la Nación, en ese momento bajo la conducción de Arturo Puricelli. Un año después, por medio del decreto 992/2015, que llevaba las firmas de Cristina Fernández y del entonces ministro de Justicia Julio Alak, se convirtió en juez federal.

Villena integró la troupe de jueces invitados por la Embajada de Estados Unidos como parte del programa de “Liderazgo de visitantes internacionales”. También participó en la mentada "Cumbre de los Jueces sobre la trata de personas y el crimen organizado", invitado por el Vaticano.

Aunque muchos lo consideran un juez de raigambre peronista, lo cierto es que en sus movimientos se nota que supo sostener vínculos con quien esté en el poder. Como Moreno aún no tenía justicia penal, Villena bregó por desembarcar en Lomas de Zamora donde, desde 2016, subrogó en el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional 2. Para que eso ocurriera fue fundamental su amistad con Marcelo D’Alessandro, secretario de Justicia y Seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Villena es padrino de su hijo. Fue D’Alessandro quien le abrió la puerta de Daniel Angelici y Silvia Majdalani. El resultado se conoció en noviembre de 2018, cuando Mauricio Macri y Germán Garavano rubricaron el decreto 1168, por el cual se oficializó el traslado del juez de Moreno hacia el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional 1 de Lomas de Zamora. Villena ocupó el lugar vacante tras la renuncia de Alberto Santa Marina, quien se convirtió en delegado de la AFI en la Embajada argentina en España.

Entrevistado por la ministra Marcela Losardo, por entonces parte del staff de Daniel Hadad en Infobae, Santa Marina explicó el volumen de poder que acumula el juez que lo reemplazó:El juzgado federal de Lomas de Zamora tiene jurisdicción sobre 11 partidos del Gran Buenos Aires sur, entre los que se incluye el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, las cárceles federales y la Central Nuclear”. Un poder que brota también en cuestiones simbólicas. Los trabajadores judiciales de Lomas de Zamora describen a Villena como a un patrón de estancia: “Por ejemplo, hace cortar la calle por la policía antes de llegar a su juzgado”.

Ahora Villena se encuentra metido en el mismo embrollo que Bruglia, Bertuzzi y Castelli. En total son diez los jueces cuyos traslados fueron cuestionados por el consejero Gerónimo Ustarroz, del Frente de Todos. En el caso de Villena consta que “concursó para ser juez de la jurisdicción de San Martín y además no cuenta con acuerdo del Senado para desempeñarse como magistrado federal de la jurisdicción de La Plata”. Fuentes judiciales señalaron que hay pruebas para que su pliego no avance y deba retornar a Moreno. Una de ellas demuestra que Villena habría entregado las escuchas en el penal de Ezeiza a Claudio Bonadio, por fuera del expediente. También es sabido que Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide, fiscales de la causa ahora en poder del juez Juan Pablo Augé, tienen elementos de sobra para imputarlo por complicidad con el espionaje ilegal.

Públicamente, el gobierno nacional enfocó sus críticas en los traslados de Bruglia, Bertuzzi y Castelli. Como en pocas cuestiones, esta vez la ministra Losardo y el viceministro Juan Martín Mena, de extracciones diferentes, se pusieron de acuerdo y evitaron hablar sobre Villena. Dentro del oficialismo, los apoyos de Villena fueron encabezados por el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi y el diputado Leopoldo Moreau. El juez tuvo la oportunidad de sentar postura el 4 de septiembre durante la audiencia pública celebrada por la Comisión de Acuerdos del Senado. Inquieto frente a la cámara, mostró las uñas al despegarse de los otros tres jueces apoyados por la oposición y el establishment mediático, quienes decidieron no participar de la audiencia: “El sistema de traslados es un sistema excepcional que prevén las normas, y como todo sistema excepcional puede traer ciertas controversias. Creo que debe ser realizado dentro de los consensos políticos necesarios para que un magistrado pueda trasladarse. Por eso, está este procedimiento que me parece necesario. Y, más allá de la opinión que cada magistrado tenga de la legitimidad o no de su traslado, en el momento en que un sector importante del poder político, de la comunidad, entiende que ese traslado reviste algunas dudas, con cierto nivel de ilegitimidad, eso debe ser inmediatamente modificado, o debe ser apoyado institucionalmente para darle certidumbre. Los magistrados enfrentamos distintas presiones de distintos poderes y la manera de ser fuertes, la manera de poder soportarlos, es teniendo el consenso general de la población de que nuestro cargo es legítimo”.

El senador por la mayoría y exinterventor de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), Oscar Parrilli, le preguntó entonces si había tenido en su poder alguna precausa, un artilugio utilizado por el espionaje para darle cobertura a sus operaciones ilegales. Villena respondió que sí pero que no recordaba cuáles. En lugar de repreguntar, Parrilli prefirió avanzar con el próximo interrogante: “¿Realizó algún curso en Estados Unidos?” Una vez más la respuesta fue positiva: “Fui invitado por la embajada a un curso organizado por el Departamento de Estado, y a un Congreso sobre financiamiento del terrorismo organizado por el Departamento del Tesoro”. “Gracias Doctor”, fue la cortés despedida de la presidenta de la Comisión de Acuerdos, Anabel Fernández Sagasti. Villena se retiró como un campeón.

Fuentes judiciales señalaron que hay pruebas para que su pliego no avance. Villena habría entregado las escuchas en el penal de Ezeiza a Claudio Bonadio por fuera del expediente. También es sabido que los fiscales de la causa ahora en poder del juez Juan Pablo Augé, tienen elementos de sobra para imputarlo por complicidad con el espionaje ilegal.

 

show antinarco

La narrativa de Villena es la del juez duro antinarco. Parece haber entendido rápidamente que en el genoma de todo magistrado federal de alto perfil hay dos vínculos clave: los servicios de inteligencia y la policía. Una fuente relacionada con la Policía de Seguridad Aeroportuaria suma otro actor: “Nadie se pregunta si Villena no es más que otro juez de la DEA, que se mueve según sus intereses y, en simultáneo, accede a información privilegiada”. El propio juez se jacta de haber intervenido en operativos contra el narcotráfico en diez provincias. Y siempre supo mover sus fichas en otro tablero, el del show con el que los funcionarios exponen las cantidades de droga incautada. Uno de los más resonantes, en el que participaron la AFI y la DEA, fue un operativo contra una banda que había tejido una red de laboratorios narco en la zona metropolitana y cuyo líder residía en el exclusivo Olivos Golf Club, del partido bonaerense de Malvinas Argentinas.

Muchas de estas puestas en escena fueron compartidas con funcionarios nacionales y provinciales de Cambiemos, lo cual explica el concepto que el diputado nacional y exministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, tiene sobre él: “Cuando trabajó conmigo en las causas de narcotráfico, las únicas que trabajó con el Ministerio de Seguridad, lo hizo bien. Daba bola, era operativo, no dormía las causas. Era un juez activo”. Por caso, Villena y Ritondo encabezaron el book de fotos publicadas durante el derribo de "La casa del Diablo", un búnker narco situado en el sur del Conurbano bonaerense. En la instantánea elegida por el exministro de María Eugenia Vidal para difundir desde su cuenta de Twitter, también posa el actual jefe de la Bonaerense Daniel “El Fino” García, elegido por Sergio Berni.

En la familia judicial atan el recorrido de Villena a otro magistrado clave entre los federales del Gran Buenos Aires: el juez federal de Morón, Jorge Rodríguez, conocido por las fiestas de disfraces que organiza para la comunidad judicial. Algunos lo llaman el “Canicoba del Conurbano”. Rodríguez inició su carrera judicial nombrado por el radicalismo en una Defensoría Oficial, desde donde fue ascendido a juez de Primera Instancia. Una de las causas significativas que tuvo, en 1989, terminó con el sobreseimiento del intendente Juan Carlos Rousselot, acusado de administración fraudulenta.

Según un ex magistrado federal que prefiere mantenerse en el anonimato, “casi nadie nota el poder que tienen magistrados como Rodríguez, aunque con mucha menos exposición que los jueces de Py. Rodríguez tiene más poder que Espinoza (Intendente de La Matanza). Es el gran padre de jueces como Villena. Son famosas sus reuniones a las que va la crema de la justicia federal. Cabral fue su mentor al principio, pero Rodríguez representó una escala más. La justicia federal de la provincia de Buenos Aires es un mundo formidable”.  

Villena no descuidó su relación con la Policía Bonaerense. Es por eso que, en pose de funcionario, el 5 de diciembre de 2019 participó del último acto de Fabián Perroni como jefe de la Bonaerense, cuando ambos encabezaron la puesta en valor del edificio donde funciona la Comisaría 1 de Lomas de Zamora.

Una fuente relacionada con la Policía de Seguridad Aeroportuaria suma otro actor: “Nadie se pregunta si Villena no es más que otro juez de la DEA, que se mueve según sus intereses y, en simultáneo, accede a información privilegiada”.

 

amigos son los amigos

“Es amigo mío. Sé que su padre trabajaba con Cabral y me parece un chico excelente. Como de mis amigos no hablo ni bien ni mal porque son mis amigos, es lo único que puedo decir”. Así opina Javier Fernández, el viejo operador de los laberintos. Y agrega: “En lo intelectual a Villena no hay con qué darle, porque es brillante cómo está preparado”.

El verdadero estrellato de Villena fue a partir de la causa iniciada, en febrero de este año, tras el allanamiento en la casa de Facundo Melo, abogado y agente de la AFI macrista. Hasta allí había llegado gracias a la confesión de Sergio Rodríguez, alias Verdura, imputado en un caso de narcotráfico. Según Verdura, Melo le había pedido que colocara en 2018 un artefacto explosivo en la casa de José Luis Vila, un exfuncionario de la SIDE que por ese entonces era Subsecretario de Asuntos Internacionales en el Ministerio de Defensa. A partir de ese momento, el desarrollo fue de película, incluidas las múltiples y ya comunes filtraciones de lo que tramitaba el expediente. Mientras la cantidad de detenidos superaba la veintena y se conocía la lista de espiados, que incluía a dirigentes políticos opositores al macrismo pero también a integrantes de Cambiemos, periodistas y empresarios, entre otros, se supo que el juez investigaba como espionaje las tareas que él mismo había encubierto. Por eso a nadie le sorprendió que el 3 de julio la Cámara Federal de La Plata, haciendo lugar a las recusaciones de los abogados defensores, entendiera que Villena había actuado con parcialidad, motivo por el cual fue apartado de la causa. "Las actividades de espionaje ilegal que son objeto de investigación se habrían llevado a cabo –en parte– en ese período de tiempo y estarían vinculadas directa o indirectamente a las medidas ordenadas por el juez Federico Villena" en otros expedientes, concluyó el dictamen.

En verdad, la actuación del juez fue absolutamente irregular, casi mafiosa. Baste mencionar que mantuvo el secreto de sumario incluso para la fiscal a cargo de la causa, Cecilia Incardona, quien quedó de ese modo rehén de los caprichos y las arbitrariedades de Villena. “Siempre supo caer bien parado, pero esta vez se pasó de rosca y quedó muy expuesto”, dice un conocedor del paño. Pero quienes lo cuestionan ponen en primer plano una característica saliente: está dispuesto a todo. Una cualidad muy preciada por el sistema político, especialmente cuando aflora la grieta.

En los próximos días el Senado decidirá si confirma o no su traslado de Moreno a Lomas de Zamora. Será un indicio de si algo está cambiando, o si, más allá de la verba inflamada, viene más de lo mismo.

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