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el bajo estatus de la salud porteña
Un hospital prometido en la comuna más pobre de la ciudad más rica del país. Un movimiento de vecinos que no pararon en su reclamo para tenerlo y actos de campaña que se sucedieron a lo largo de los años. El Hospital Grierson en Lugano tiene muchos puntos suspensivos y muestra cómo la salud pública es todavía en muchos sectores un derecho a conquistar. Crónica desde el barrio.
Fotografía: Gala Abramovich
03 de Diciembre de 2020

 

En 1986, la movilización popular logró aprobar una ordenanza que disponía la construcción de un Hospital General de Agudos con 250 camas de internación en Villa Lugano, ubicada en la Comuna 8 (Villa Soldati, Villa Lugano y Villa Riachuelo), la más pobre de Capital Federal (CABA), la única que no cuenta con un hospital público. Esa ordenanza se incumplió y quedó en el olvido hasta que las movilizaciones y las asambleas surgidas durante la crisis del 2001 volvieron a instalar el tema. Los vecinos de Lugano y Soldati fundaron entonces el Movimiento por un Hospital y juntaron más de 13 mil firmas con las que forzaron una audiencia de Requisitoria Ciudadana. Pero recién en 2005 la jueza Elena Liberatori forzó el verdadero inicio de la obra, cuando hizo lugar al amparo presentado por los vecinos y ordenó al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires la construcción del hospital. Con trapisondas de todo tipo, esa orden se incumple hasta la fecha.

En 2007, durante la campaña que lo llevaría a ser jefe de gobierno, Mauricio Macri prometió -bajo el lema “Si se quiere, se puede”- construir el Hospital General de Agudos con 240 camas, tal como lo ordenaba el fallo judicial de Liberatori. Ya se habían perdido 10 camas desde el proyecto original, pero fue solo el principio. Una vez que asumió, el Ingeniero cerró todos los canales de diálogo con los vecinos que, nuevamente, se lanzaron a los cortes de calle y renovaron presentaciones legales. Para entonces, el lugar que se le había designado por la ordenanza de 1986 ya había sido ocupado por un hipermercado, pero la constancia del reclamo logró que el hospital comenzara a construirse a unos 500 metros del lugar designado.

Pese a su tenaz oposición, Macri no quiso perderse la oportunidad de celebrar la inauguración del edificio, realizada en 2009, a casi dos años de asumir como alcalde. La conferencia de prensa puede aún verse en YouTube:

-Esto tiene que ver con una serie de obras, pero esta es la más reclamada, tiene más de veinte años de promesas incumplidas y hoy, la verdad, es que estamos muy contentos -dice un joven Mauricio.

-¿Cuándo va a estar terminado? -le pregunta una periodista.

-Ya está terminado -responde, contrariado, el futuro presidente de la nación.

-¿Esto es el Hospital de Lugano?

-Este es un… (tartamudea)…, es el Gran Centro Lugano de Alta Complejidad, que es lo que la gente necesita.

En rigor, lo que estaba inaugurando era la finalización de la primera de tres etapas proyectadas y nunca presentadas a los vecinos. Al hospital lo llamaron Cecilia Grierson en homenaje a la primera médica argentina. Pero hasta hoy prevalece la ambivalencia de su estatus: a veces es un hospital y a veces un centro de salud.

En 2007, durante la campaña que lo llevaría a ser jefe de gobierno, Mauricio Macri prometió -bajo el lema “Si se quiere, se puede”- construir el Hospital General de Agudos con 240 camas, tal como lo ordenaba el fallo judicial de Liberatori. Ya se habían perdido 10 camas desde el proyecto original, pero fue solo el principio.

 

caiga quien caiga

Después de aquella inauguración, se difundió una foto dizque espontánea de la entonces vicejefa de Gobierno Gabriela Michetti sentada en el sillón de odontología junto a Macri, que posaba simulando ser un dentista. Era un sillón de alta complejidad que no pudo usarse durante años porque no había dónde enchufarlo. La cáscara inaugurada no tenía teléfono ni ambulancias, había una inútil sala de rayos X cuyas paredes no estaban recubiertas de plomo y carecía de una dotación mínima de médicos para cubrir una guardia de día.

Varios meses después, los vecinos llamaron a la televisión. En aquella época, el programa Caiga Quien Caiga, conducido por el ahora empresario Mario Pergolini, tenía un gran poder de persuasión y puso en el aire una nota en la que se denunciaba el abandono del proyecto tras la inauguración. La nota causó efecto: inmediatamente se designó una guardia de 8 a 18 horas y de a poco se fueron sumando algunas especialidades. Más que un hospital, era un centro de salud pequeño que funcionaba en un edificio grande. Pero algo era algo. Laura Quispe, trabajadora doméstica, recurrió al flamante hospital Grierson por la fractura de una pierna: “Me atendieron en la guardia, pero para sacarme una placa me tuve que ir al Piñero con otro remís. ¡Era más fácil ir al Piñero directo! Me acuerdo que bajaba la escalera de nalgas porque no tenía quién me ayudara con las muletas y tenía el bebé chiquito”.

Poco después de la nota en CQC, la jueza Liberatori citó en el lugar a funcionarios del gobierno, a legisladores, a la Corporación Bs.As. Sur, encargada de la construcción, y a los vecinos, para hacer una recorrida por el lugar. Una vez finalizada, la jueza determinó que no era un hospital y le dio al GCBA un plazo de diez días para presentar proyectos sobre la continuidad de las obras. En la reunión siguiente los funcionarios aparecieron con las manos vacías y la decisión de pagar la multa por incumplimiento antes que poner un nuevo ladrillo. El argumento era que ellos ya habían cumplido con la orden de hacer un hospital. Sin embargo, a los pocos meses de la multa, Macri le cambió por decreto el estatus: el Grierson volvía a ser un Centro de Alta Resolución. Para entonces, el movimiento de los vecinos se había convertido en la Coordinadora Multisectorial Sudoeste que agrupaba en una gran asamblea a algunos sindicatos de la salud, a las sociedades de fomento y a los movimientos sociales y de DD.HH. de la zona. La Coordinadora rechazó en Tribunales el decreto hasta que en 2011 Macri fue reelecto como mandatario porteño. Ahí se paralizó por casi dos años las obras de la segunda etapa. 

En 2013 se logró un acuerdo en el juzgado por medio del cual se pactó la construcción de un Hospital General de Agudos de 100 camas de internación. Les habían quitado 140 camas, pero los vecinos lo aceptaron para lograr la rápida finalización. Tampoco así lo consiguieron. Ricardo Zambrano, miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación de Médicos Municipales, uno de los impulsores del Hospital desde 1986, explica que “van planificando por partes sin que exista una planificación general. En la documentación dice que una vez ejecutado el 80% del módulo 2 de la etapa 3 se comenzará la planificación del módulo 3 de la etapa 3. Todo ha sido a los ponchazos”.

Pese a la enorme resistencia del macrismo para ponerlo en funcionamiento, el Hospital de Lugano ya se inauguró dos veces y figura en la página de salud del GCBA como uno más de los nosocomios porteños. El ex ministro de salud del distrito Jorge Lemus llegó a decir que la construcción del Grierson había sido un “paso trascendental” de su gestión.

La segunda inauguración fue en noviembre de 2016, bajo la Jefatura de Horacio Rodriguez Larreta. “Hoy es un día muy feliz”, dijo el alcalde. En esa ocasión se habilitaba la segunda etapa con la apertura de algunos consultorios y la guardia ampliada. “Estamos haciendo un esfuerzo por equilibrar la ciudad”, continuó Larreta y prometió que en 2017 se iniciaría la construcción de la tercera etapa. Pero ya a punto de finalizarse este 2020 todavía no se licitó el pliego para esas obras.

 

sin salida

Desde que en 1987 se inauguró el Garrahan, en Parque Patricios, en CABA no se construye un hospital nuevo. El argumento es que históricamente la ciudad tiene una relación cama por habitante más alta que el resto del país, lo cual es cierto aunque con una distribución inequitativa: hay 15 Comunas y 27 Hospitales. La única en la que no existe ninguno es la más pobre y más alejada, en el extremo suroeste de la Ciudad.

El Ministerio de Desarrollo Urbano porteño difundió en 2011 un documento en el que señala que la Comuna 8 tiene niveles de desempleo, subempleo y una tasa de mortalidad infantil muy por encima de la media porteña. El dato más interesante surge de una humorada involuntaria. El documento subraya con incredulidad “la poca cantidad de patrones” (sic) que hay en el barrio en relación al resto de la CABA.

El Análisis de Situación de Salud (ASIS) es un informe anual de carácter oficial de la Ciudad. El último disponible es de 2016 y afirma que la comuna 8 tiene, junto con la 4 (Barracas, La Boca, Nueva Pompeya y Parque Patricios), el mayor número de casos de dengue y de tuberculosis. También tuvo la mayor cantidad de casos de meningoencefalitis, enfermedad estrechamente vinculada a la pobreza en la medida en que requiere detección precoz y tratamiento oportuno. Siempre según el ASIS 2016, Argentina presenta la mayor tasa de incidencia mundial de Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) en niños menores a 5 años de edad. La malnutrición, las fuentes de agua no aptas para el consumo y alimentos elaborados o almacenados de manera inadecuada favorecen el desarrollo de estas enfermedades gastroentéricas, una de las principales causas de morbimortalidad en niños. La Comuna 8 es la que tiene más casos de SUH en toda la capital.

En una de las tantas audiencias de conciliación propuestas por la jueza Liberatori, el abogado Francisco Siffredi, en representación del jefe de Gobierno, expuso con crudeza las razones en la dilación de las obras: “Ahora no quieren caminar cinco cuadras, quieren el hospital al lado de la casa”. La jueza fue terminante: lo obligó a un pedido de disculpas.

Zulma, de 42 años, ama de casa, vive en la villa 20 (Soldati) y supo padecer la precariedad del hospital y/o sala de salud de Lugano: “Esto fue en febrero o marzo, antes de la pandemia. Me llamó una vecina que vive sola con sus tres hijos porque tenía una peritonitis, no era la primera vez. La llevamos con mi pareja al Grierson, que se suponía que ya estaba funcionando como hospital. Era impresionante el dolor que tenía. La anotaron y nos dijeron que esperemos. Yo pensé que al verla así, gritando de dolor, la llamarían enseguida. Estaba que se retorcía y pasaban los minutos, veinte, media hora y nada. Empecé a golpear, nadie salía y yo me volvía loca porque ella no podía ni hablarme. Me fui a tratar de encontrar a alguien y a ella se le ocurrió levantarse y se desmayó del dolor y se golpeó la cabeza con el asiento. Ahí se acercaron los policías y llamaron al médico. Si no se desmayaba capaz que seguíamos esperando. Entré con ella porque no podía ni hablar. Al rato de estar en la cama, a la hora, le empezaron a tocar el estómago, le hicieron un par de preguntas y no le hacían absolutamente nada. Me hicieron salir y yo pensé que la iban a internar. Pero no, vieron que era peritonitis como ella venía gritando y me dicen que la tienen que derivar al Piñero. Bueno, ¿la llevan en ambulancia?, les pregunto. No, se tienen que ocupar ustedes porque no tenemos ambulancia, me respondieron”. La mujer se desmayó dos veces más en el camino.

Si bien la Argentina tiene una fuerte tradición sanitarista, el modelo de los CeSAC (Centros de Salud y Acción Comunitaria) en CABA se consolidó recién en 1996 con la sanción de la Constitución porteña. Una de sus características son los grupos interdisciplinarios que salen al barrio a detectar las necesidades de salud de los vecinos. En el caso de la Comuna 8 hay equipos dedicados a las patologías particulares de la zona como el dengue y la tuberculosis.

En verano, cuando el mosquito del dengue se activa, los equipos de los CeSAC mapean el barrio junto con las organizaciones locales. Además de ser vecino de la Villa 20, Luis es enfermero del CeSAC 43. “La urbanización de la Villa 20 fue demoliendo las casas de las familias que reubicaban y ahora a cada rato encontrás acá y allá pozos y basurales en esas casas destruidas que son focos de dengue y de transmisión de otras enfermedades”, afirma en una recorrida por la zona. La ley de urbanización de la Villa 20 y el barrio Papa Francisco fue votada en la Legislatura en 2016 y todavía sigue en veremos.

La tuberculosis (TBC) es otra de las llamadas “enfermedades de la pobreza” porque la sufren principalmente las poblaciones con dificultades en el acceso al diagnóstico y a la adherencia o continuidad del tratamiento. El ajuste en las políticas sanitarias aplicado entre 2015 y 2019 agravó la situación de la TBC. La distribución de medicamentos en la CABA pasó de 15.357 envases secundarios entregados en 2015 a 8.603 en 2019. “En las recorridas se hace la detección de los síntomas que son, entre otros, pérdida de peso y de apetito, sudoración nocturna y tos. Se requiere derivación al segundo nivel porque es necesaria una placa de tórax. Esa derivación no la puedo hacer al Grierson porque no hay servicio de rayos. Por eso decimos que el de Lugano es un hospital que nació de espaldas al territorio, está en el centro de la Comuna 8 y no desarrolló equipos para trabajar las epidemias más frecuentes y distintivas del lugar”, explica Paula Arquini, trabajadora social del CESAC 43.

Esta desconexión con el barrio no es un error ni un descuido, es una política sanitaria. Los gremios aseguran que las autoridades del hospital desalientan las iniciativas de sus flexibilizadísimos empleados de salir al territorio.

 

ser o no ser

Desde que comenzó la cuarentena, el Gobierno de la CABA tomó tres resoluciones polémicas y contradictorias entre sí con respecto al Grierson: primero se lo convirtió en un Centro de atención exclusivo para Covid-19, luego se le asignó un Área Programática -es decir, lo convirtieron por decreto en Hospital de referencia para los Cesacs de la zona que hasta el momento trabajaban en relación con el Santojanni o el Piñero- y finalmente se solicitó a la Justicia un nuevo freno a la construcción y una prórroga al pedido de informes.

La decisión de dedicarlo exclusivamente al coronavirus fue muy resistida por los gremios de la salud.

Los Cesac no abandonaron sus otras especialidades. Hasta el 23 de junio de 2020, el GCBA sostenía la idea de que el Grierson era un Centro de Salud Especializado, pero ese día se publicó en el Boletín Oficial su recategorización como Hospital General de Agudos, con su respectiva Área Programática que incluye a los CeSAC 18, 3 y 43. “Es muy difícil trabajar pensando que el segundo nivel no va a dar respuestas -dice Laura Fishov, nutricionista del CeSAC 43-. Si veo que la persona necesita hacerse un electrocardiograma o un fondo de ojos porque tiene hipertensión o diabetes, sé que lo van a rebotar. ¡Pero si lo mando al Piñero, quizás le dicen que su hospital de referencia es el Grierson!”.

Luis Giardino, director médico del Hospital Cecilia Grierson, explica que “cuando se declaró la pandemia, el hospital pasó a ser un Hospital General de Agudos. Pasa que la cantidad de camas que había hizo que todo fuera Covid, porque el hospital tiene solo 30 camas. Pero después de la pandemia pudimos dar a todos los pacientes de alta y fuimos el primer hospital no Covid de la Ciudad. No porque no haya más sino porque la capacidad de internación es tan baja que se van dando las altas y se van dejando para internaciones generales. Tuvimos que reamar todo para los controles ginecológicos, los controles cardiológicos, todo lo que había quedado de lado. Hoy está funcionando como hospital General con cuatro camas de terapia intensiva”.

Sin embargo, en un nuevo fallo, la jueza Elena Liberatori ordenó a Rodríguez Larreta continuar con las obras y responder sobre los trabajos realizados. Las preguntas que el jefe de gobierno quiso gambetear escudándose en el coronavirus dan una idea del estado de improvisación oficial: “¿Cuál es el estado del trámite de la adquisición de los equipamientos, insumos y elementos necesarios? ¿Cuál es la partida presupuestaria aprobada para concluir todos los trabajos, adquisiciones y nombramientos para poner en completo funcionamiento todos los servicios? ¿Cuál es el estado de trámite de los concursos y/o contratación de la totalidad del personal necesario para poner en completo funcionamiento todos los servicios? ¿Cuál es la nómina de todo el personal afectado, situación de revista, especialidad médica, servicio o área al que está afectado? ¿Cuántas ambulancias se encuentran afectadas en forma exclusiva y estado de trámite del proceso de designación de 120 agentes (profesionales, enfermeros, técnicos y administrativos)”.

El oficialismo solicitó en el expediente de ejecución de sentencia que se suspendan los plazos procesales y se postergue la obligación de responder a esas preguntas hasta pasada la pandemia “a fin de  proteger la salud pública de todos los habitantes de esta nación” y  “atender y adoptar las medidas necesarias para prevenir y reducir el riesgo de propagación del contagio del virus”. La respuesta de Liberatori llegó en su fallo del 2 de junio de 2020: “Uno se pregunta si acaso este expediente trata de un edificio de viviendas, comercial, un shopping, un hotel”. Un párrafo de pedido por parte del GCBA sostiene que “en esta instancia, quitar personal de dicha tarea esencial en un contexto de emergencia sin precedentes se considera contraproducente, dado el tiempo que insume producir la información requerida. Sobre todo teniendo en cuenta que la prestación del servicio de salud del Centro de Salud “Cecilia Grierson” se encuentra garantizado”. Liberatori les responde: “Se nos achaca estar quitando personal del Ministerio como si las respuestas requeridas no fueran a médicos, enfermeros, camilleros, personal de limpieza hospitalario y de Centros de Salud”. Y agrega: “La advertencia que el GCBA me formula acerca de estar detrayendo sus recursos humanos en la lucha contra el Covid-19 adquiere así ribetes de temeridad por cuanto semejante argumento también permitiría postular que se suspenda toda actividad judicial, la que como se sabe, aún en el marco de la pandemia, debe continuar por su esencialidad”. Sobre si el servicio del Grierson se encuentra garantizado, dispara: “Esa afirmación dogmática la torna en deleznable argumento para fundar la petición de guardar el expediente. Por el contrario, torna en evidente el hecho de que estamos ante un artilugio procesal para solapar que el GCBA no tendría las precisiones que se le solicitan”

 

los jíbaros

La Villa Olímpica, un barrio de viviendas de alta gama ubicado también en la Comuna 8, se construyó a propósito de los olvidados Juegos Olímpicos de la Juventud de 2018 en el tiempo récord de tres años. Como sucede con Puerto Madero, ese barrio está hoy mayormente deshabitado porque el boom de la construcción premium funciona mejor como inversión especulativa que para dar solución al déficit habitacional. También en estos años de marcha forzada para los vecinos de Lugano, en la misma comuna se construyó y se techó el estadio de tenis del Parque Roca. Aquella consigna electoral de “si se quiere, se puede” se volvió oscuramente reveladora de una política selectiva y excluyente.

A juzgar por el legado de Macri tras su paso por la presidencia de la Nación, queda en claro que las dilaciones en la construcción del Grierson no fueron un desmanejo sino una política de reducción de la salud pública. Ya en 2007, apenas asumido el macrismo al frente de la Ciudad, hubo una discusión muy mediatizada con el entonces gobernador bonaerense Daniel Scioli en la que el alcalde porteño se comprometía a seguir atendiendo a los pacientes de la provincia en los hospitales a cambio de que la provincia se hiciera cargo de la basura generada en CABA. “En un ciclo largo de diez años, la Ciudad ha cerrado camas por el equivalente a dos hospitales -dice el médico sanitarista Mario Rovere, actualmente director de la Escuela de Gobierno en Salud Bonaerense-. Pero no se nota porque son especialistas en jibarizar con estrategias de bajo conflicto: sacan quince camas por acá, diez por allá y así van recortando el sistema”.

La historia reciente de Luis Giardino, actual director del Grierson, resume este derrotero de excusas y artilugios que el GCBA ha interpuesto para no cumplir con lo ordenado: “Yo vine al hospital hace ocho años ya. Entré a la dirección del hospital cuando esto eran consultorios externos. Fui creciendo junto al Hospital. Y me voy a jubilar antes de que termine. Por suerte ya el año que viene voy a tener la edad jubilatoria y no tengo ganas de bancarme otra pandemia. En ocho años el hospital creció muchísimo. Pero cuando se finalice no sé si va a ser el proyecto inicial, si será un centro intermedio, eso se resolverá a nivel judicial”.

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